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portada27022020

Un terremoto 8,8 grados en la escala Richter y un posterior tsunami, azota

nuestro país con un desolador balance. A diez años del desastre, hacemos

un alto en la jornada para rendir homenaje a las víctimas y reconocer el

esfuerzo de los héroes anónimos, reeditando crónicas que dan cuenta de

la magnitud de los hechos.

 

Concepción, madrugada del 27 de febrero de 2010. La tierra se remece y luego se agita; luz cortada, puentes descolgados, ruido, temor, miedo. Se azota la costa sureña de Chile con un terremoto 8,8 en la escala Richter y un posterior tsunami.
Olas consecutivas golpean Constitución, Talcahuano se inunda; Dichato arrasado; localidades destruidas. Un evento considerado el segundo más grande en la historia de la humanidad.
El Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa en la capital en esa misma madrugada, activa sus procedimientos de emergencia; cuarteles y equipos con toda su dotación; grupos de voluntarios recorriendo la comuna y su grupo de Búsqueda & Rescate activado para salir en ayuda de las localidades más afectadas.
Así se preparan dos contingentes; uno a Constitución a cargo del entonces cuarto Comandante Gonzalo Kaminski C. y el segundo en grupos de relevo a Concepción.
El Primero desarrolla labores por casi una semana en búsqueda y recuperación de víctimas, apoyo sanitario y de equipos a las autoridades y su población, acoplándose al esfuerzo del estado por socorrer a las víctimas.
El segundo, contempla el envío de la fuerza conjunta del CBÑ, CB de Viña y Santiago para el trabajo de búsqueda, rescate de las víctimas en el Edificio Alto Rio, ícono del desastre de la capital penquista.
Dos semanas de trabajo, dos equipos de voluntarios altamente entrenados para estos eventos; con despliegue de sus capacidades técnicas que durante años habían desarrollado como especialidad, con constante entrenamiento y dedicación.
Sufrieron el cerco de turbas enardecidas por los saqueos, la falta de agua, seguridad y los continuos incendios que rodeaban su zona de trabajo, pero nunca estuvo en la mente de estos Ñuñoinos, desistir de su trabajo que fue debidamente concretado y completado.
Hoy a diez años de este desastre que enlutó a un país entero, recordemos las víctimas con respeto y valoremos a todos los Bomberos de Chile que se entregaron por entero a esta tarea titánica, pero en especial nuestros Voluntarios del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa que estando a la altura de la situación en Santiago, Ñuñoa, Concepción, Talca, Constitución y en cada hogar de las comunas que atendemos, se desplegaron para las múltiples tareas que había que sostener.
Observamos como fieles al mandato de nuestro lema “ESTAMOS ALERTA”, continuamos el camino trazado por nuestros fundadores, el ejemplo de valor y entrega de nuestros mártires y el celoso cumplimiento de las metas trazadas por nuestros líderes en la auto impuesta misión de Salvar Vidas y Bienes, hasta rendir la vida si fuese necesario.

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